Para comenzar a practicar la meditación es necesario contar con un espacio en el que encontremos tranquilidad, sin distractores y con una buena ventilación. Durante el día, no debe haber mucha gente a nuestro alrededor y durante la noche debe haber silencio.
Mientras aprenden a “sentarse quietos sin hacer nada”, los principiantes deben tener en cuenta una serie de orientaciones básicas de orden práctico.
Los principales centros de atención son el cuerpo, la respiración y la mente. Un antiguo texto sobre alquimia interior aconseja:
Cierre los tres tesoros externos del oído, la vista y el habla a fin de cultivar los tres tesoros internos de la esencia, la energía y el espíritu.
A continuación expondremos algunas indicaciones concretas para la práctica de la meditación. Comencemos con el cuerpo:
El cuerpo debe mantenerse quieto, estable y en equilibrio. Si la postura con las piernas cruzadas en el piso no le resulta cómoda, puede sentarse en un taburete o en una silla.
Lo más importante es mantener la columna vertebral erguida, desde la punta del coxis, hasta la bóveda del cráneo. Imagínese que hay una cinta atada en la coronilla que tira de toda su columna hacia arriba.
Coloque la barbilla ligeramente hacia adentro, cuidando que las vértebras cervicales queden en postura natural, Procure que no queden cerradas echando la cabeza hacia atrás, ni separadas echando la cabeza hacia abajo.
Mantenga los párpados entornados, ni del todo abiertos ni cerrados por completo. Dirija la vista hacia el suelo, sin enfocar un punto en concreto. Con los ojos cerrados es más fácil que surjan fantasías en la mente, mientras que los ojos completamente abiertos tienden a distraerse con los objetos externos.
Coloque la punta de la lengua apoyada sobre el paladar detrás de los dientes superiores. Esto estimula la secreción beneficiosa de saliva.
Mantenga los hombros ligeramente redondeados y completamente relajados. De esta manera, la caja torácica queda libre de tensiones.
Mantenga el abdomen relajado, pero no “suelto”.
Las manos pueden ir recargadas sobre las rodillas o relajadas sobre el regazo.